Hoy me hallo caminando por el desierto, solo a todo lo largo y ancho, perdido pero con la certeza de quien sabe a dónde se dirige. En mi mano derecha cargo un vaso con agua, en esta misión de aparente suicidio, no sé cómo o más bien no pienso mucho en ello, un ser tan egoísta como yo aceptando esto, parecía sencillo al principio los primeros días de las jornadas largas siempre lo son. Pero es entonces que después de trecho ya largo de camino comencé por sentir algo, creo que tengo sed, pero no puedo beber. Sabes lo que es tener sed, realmente estar sediento, realmente al punto de agonía y cargar con un vaso de agua. Espero en verdad que no. A estas alturas comprendo al verla y después de tanto llevarla que no es agua común, una jugarreta sucia del destino, o mi clásica suerte, en el fondo siempre me ha gustado el camino difícil. Cuando avanzo y llego al punto de desfallecer, cuando el cansancio es tal o llevo tiempo admirando a mi tortura, escucho un mensaje que el viento me susurra, moja tus labios en el agua y la sed se irá por días, da un sorbo y tu cansancio junto con las penas, serán fuerza y alegrías, bébela toda y tendrás mas todo lo que deseas, mas todo lo que mereces, no necesitaras beber mas nunca de ninguna fuente pues satisfecho estarás con solo este liquido. Yo se que el viento dice la verdad, mientras lo llevo el agua a veces se agita y su sonido tenue es delicado, tentador, único y todo es claro cuando miro tras él. No quiero beberlo, o más bien no debo, pues quien me encargo esta tarea decidió que yo llevara su esencia a través del desierto en este vaso. Sé que esta persona está mal y que yo pude no aceptar esta tarea, pero vamos no hay persona en este mundo que entienda mejor el valor de esta pequeña carga o bien para quien esta valga mas. Seguiré caminado y cumpliré mi tarea, todo desierto tiene un fin y al final nadie tendrá sed.